viernes, 22 de julio de 2011

Estiércol y hierbuena


Ni las noches atrincheradas en vino,
ni las tardes camufladas en tu cama,
ni el acierto, el error o el desatino,
ni las lágrimas clavadas en la almohada.

Ni los besos, ni tú, ni los golpes bajos
ni el rencor, la memoria y el olvido,
ni el sabor a mermelada de ajo
de las traiciones que depara el destino.

Hoy tengo mezclados en el paladar,
caramelos rellenos de alquitrán,
y en el olfato en lugar de azucenas
un cálido olor  a estiércol y hierbabuena.


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