martes, 22 de septiembre de 2020

Pandémicos momentos...

 


Durante la pandemia...

He conservado la espera hacia la nada,

la incertidumbre hacía el vacío ,

la salud en dirección contraria

hacia el abismo del desvarío.

Hubo hasta quien se acordó de mí y lo entiendo,

de los peores momentos nacen los mejores recuerdos…

Tuve un amor confinado a baja temperatura,

lo perdí y naufragó en el retrete de las dudas,

recordé otros y los videollamé, tenía la piel a flor de memoria.

Participé ausentándome en un club de cine virtual, demasiado tráiler

para  tan poca vereda, me grabé incluso para un festival de carnaval,

sin máscara ni cartón, sin afinar y en un vendaval de  corazón.

 

Me salté el confinamiento a la torera, la tauromaquia no entiende de normas

y fronteras,

fuí el master chef amateur del barrio, el policía de balcón del extrarradio,

el runner de salón bajando a por tabaco, el groupy de la Pepa del  vecindario.

 

Trabajé sin descanso y descansé en tu fiesta, soy un cumpleañero temerario,

tan pureta, tan adolescente, tan treintagenario.

Tomé el primer avión disponible, aterricé con retraso  en la conciencia,

del ir sin despedirme, del volver sin escalas y sin solvencia.

 

Me compré una serie por internet, un juego de mascarillas,

una suscripción a los besos que te robé

y un paraguas para frenar la lluvia de tus mejillas.

 

 

To be continued.

 

lunes, 28 de marzo de 2016

Hacer crack.



Hacer crack, romper cada baldosa de la escalera hacia la habitación,
evitar las despedidas, enjuagarse con la rubia a destiempo,
quedarte con las botas en el lodo, aterrizar en una ciénaga,
volar desde el cálculo sensato a paraísos humanizados.

Abrir la nevera, llenarla de familia, romper el espejo a 1000 kilómetros,
cerrar la puerta de un portazo, trasladarse al zaguán de macetas,
vivir con el alma en una cama y dormir  con la cabeza en una nómina,
resucitar desnudo, en un colchón completo ya de hipotecas.


Derrapar en tierra mojada, salpicar de barro vidas de nadie,
correr sin mirar atrás por la vereda de los sueños perdidos,
detener el tiempo en un instante, reparar el motor en urgencias,
sacudir el polvo del trastero al viento, con el ceño fruncido.

Vomitar cada verso por el retrete, tirar de la cadena sin miedo.
Despedir el invierno con la cazadora  empapada de lluvia,
caminar despacio, mirar abajo a la salida de los aeropuertos.
Guardar en los bolsillos las llaves que cierran todas las cerraduras.


viernes, 25 de marzo de 2016

A bote pronto.


Se inventa  la sequía sobre un suelo mojado
y no me necesita. Nieva en el desierto
Huele con su desvío nasal la primavera
en el más frío de los inviernos.

Enjuaga con saliva las heridas, los errores
y los proyectos venideros.
Quemar mientras dormías los recuerdos,
asaltar desnudo la casa, mecerse en la marea.

Mendigar con dignidad los besos en mis huesos
a la orilla de la chimenea.