Del Tajo, apedreadas dejamos la farolas
calle La Torre, veranos de bicicleta
balanceo en la mecedora, playa de patas,
bajo la sombra del limonero a la bartola.
Del arriate, rosal marchito de la pelota,
globos de agua contra la pared explotan,
avisperos que cuelgan de la parra
enojos que dejan las macetas rotas.
Del abuelo la pesca, la agricultura,
el vino, el tabaco, la siembra, la mesura.
Gorrita calada, bastón en mano
cinturón de toniza en la cintura.
De la abuela el roete, ojos de gata
las batallitas, las meriendas, su palangana.
Su luto imperecedero, el apoya hornillas,
el gazpacho, el picadillo, las canas.
De lo demás; travesuras, heridas, cumpleaños,
visita inesperada del emigrante del levante español
comidas de donde caben tres; son cuarenta y dos,
benditos sean los veranos que he vivido yo.