viernes, 24 de junio de 2011

Benditos veranos.


Del Tajo, apedreadas dejamos la farolas
calle La Torre, veranos de bicicleta
balanceo en la mecedora, playa de patas,
bajo la sombra del limonero a la bartola.

Del arriate, rosal marchito de la pelota,
globos de agua contra la pared explotan,
avisperos que cuelgan de la parra
enojos que dejan las  macetas rotas.

Del abuelo la pesca, la agricultura,
el vino, el tabaco, la siembra, la mesura.
Gorrita calada, bastón en mano
cinturón de toniza en la cintura.

De la abuela el roete, ojos de gata
las batallitas, las meriendas, su palangana.
Su luto imperecedero, el apoya hornillas,
el gazpacho, el picadillo, las canas.

De lo demás; travesuras, heridas, cumpleaños,
visita inesperada del emigrante del levante español
comidas de donde caben tres; son cuarenta y dos,
benditos sean los veranos que he vivido yo.

viernes, 10 de junio de 2011

Guantes de seda


Guantes de seda, arquitecto de tres palos,
guardameta de miradas discretas,
corazón de pan recién hecho
caliente en la nevera.

Ozú opá un amigo, es un amigo crack,
que acampa contigo en la tienda,
que abre contigo una botella
que comparte en la mesa el pan,
que enjuaga las penas con ginebra
cumpliendo cada año un Carnaval.

Hogar dulce hogar, sweet home Matadero,
tu dolor riega un pozo de lágrimas
que emana cuando el amor
va en bolsas directas al vertedero.




Ahora


Ahora que  el levante no sacude las persianas,
que tus ronquidos no me desvelan,
que las noches pasan sin oír cómo despiertas,
que la cama de al lado no tiene mis sábanas
que no comemos en la misma mesa.

Estarás esperando la cena, escuchando flamenco
abriendo la nevera, aprendiendo nuevos versos,
sacudiendo el polvo a las herramientas,
recogiendo el huerto, regando las macetas
entonando un tango, yendo al chorro grande
a llenar de agua las botellas.

Ahora que tus cuentos de cama no me duermen
que ya no me hablas de la siega,
que no me preguntas por la escuela,
que las mañanas no atardecen
yendo de camino a casa de abuela.

Estarás en una tertulia de sobremesa
sentado en el sofá viendo la telenovela,
calentando la cafetera, silbando por la escalera,
esperando que el trabajo llame a la puerta,
deseando que llegue el amanecer
en el que puedas verme dormido desde la azotea.